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Foto del escritorValerie Rosa Rivera

El agua sabe a Vodka

Actualizado: 28 ene 2021



Caminaba vagamente por las calles de San Juan, viendo el piso y sus imperfectos suelos, asegurándome de no tropezar. Entré a un bar poco antes del mediodía luego de salir de clases. Estaba solitario, solo había un señor de la edad dorada tomándose una cerveza mientras veía las noticias, el bartender y los fuertes rayos del sol que iluminaban el local. 

Me apestaba la vida, “no me olían las azucenas”… Lo único que pensaba era que andaba cansada y necesitaba un trago bien cargado. Aunque fuera mi primera vez entrando a un bar, mi confianza no faltó para pretender que tenía experiencia. Me senté en un banquito frente a la barra dando los buenos días por ser las once de la mañana. El bartender era un joven guapo que no pasa de los veinticinco, miraba extrañado al ver una cara tan joven entrando a sus puertas tan temprano y con cara de amargada.  Antes de que él emitiera una palabra le dije: 

- Dame un trago de agua a las rocas… Que sea doble. - Al sonar dramática aguanté mis ganas de reírme débilmente. 

Se rió entre dientes, mostrando su dentadura perfecta. Arrugó su frente un poco extrañado por mi orden, pero siguió la corriente. 

- ¿Tienes ID para eso? - dijo en son de chiste. 


Asentí con la cabeza y él hizo un gesto para que le enseñara mi identificación. Aunque me pareció un poco extraño la busqué entre mis cosas y la deslicé hacia su dirección.  Tomándola la inspeccionó para asegurarse de que no fuera menor de edad entrando a un bar.

- Ah muy bien, estas en ley… Eah diache, ya se expiró la licencia. -

Canto ‘e presenta’o…

- Ni me lo recuerdes, ir a CESCO es una pesadilla… - le respondí tomando mi licencia de conducir expirada de vuelta.


Luego de unos segundos me dio el “trago" que le había pedido, de un sopetón me lo bebí e hice una mueca como si estuviera amarga el agua.

- ¿No quieres un trago más fuerte? – pregunta extrañado por mi comportamiento.


- Sabes… Si realmente lo piensas el agua puede saber a vodka. Solo es cuestión de engañar a la mente. – mi mirada se queda pegada observando el hielo derretirse lentamente en el vaso de cristal.


- ¡Oh wow! Nunca pensé en eso… - Asintió la cabeza y se quedó pensativo por varios segundos.

Charlamos un poco, le conté sobre mis aspiraciones como artista y lo que pienso hacer en el futuro con mis cuarenta mil revolúes que llamo sueños. De pronto me mira serio, su mirada fija en mis ojos, llevando choques eléctricos por mi espina dorsal dándome escalofríos. Ese tipo de mirada que te pone el corazón a latir a cien millas por horas y andaba más rápido porque él estaba bien bueno. Tomándome desprevenida su cara se tornó seria.


- Cuéntame… ¿A quién tengo que matar? –

Doy un salto en la silla y agarro mi mochila disimuladamente por si acaso tengo que salir corriendo ¡Dios me guarde de meterme en el asilo de un asesino! Anyways, no va a hacer mucho la diferencia. Yo corro y ya me canso de pensarlo, si es así pues pueden considerarme muerta. Pensé diez mil veces lo loca que estaba por meterme a un bar tan solitario. Por mi reacción, el muy mojón se echa a reír a carcajadas mientras me sonrojaba por la vergüenza de imaginar la mueca que hice y de lo lindo que se veía mientras se reía. Dios bendice a uno de las formas más extrañas. 

- No, pero enserio… Te ves muy meti'a en tu cabeza ¿Estas bien? – preguntó una vez se calmó de la carcajada.

Con un largo suspiro cruzo mis brazos y trato de formalizar una oración coherente sin caer en llanto por la ansiedad que ya estaba bien presente. 


- ¿Se trata de un chico? –

Asiento con la cabeza, mientras mis hombros se alzaban y apretaba mi brazo como reacción inconsciente al tratar de tranquilizarme. Aunque apenas lo conocía sentí un poco de confianza y necesitaba hablar con alguien ya, no era saludable quedarme callada por tanto tiempo. – Apesta que te ilusionen… - Digo mordiendo mi labio inferior aguantando el mar de emociones que tenía almacenado. – Me siento tan estúpida… Nunca fuimos nada y como quiera sentí que había esperanza… - El bartender escuchaba atentamente mientras secaba algunos vasos que tenía por ahí. 

- ¡Es que es ridículo! O sea… ¡N-no sé! ¡No entiendo! – Digo frustrada al no encontrar una forma de explicárselo al extraño.


- ¡Por favor! ¿Más ridículo que yo? Nadie. Dale habla sin filtro, que el viejo ese ya casi ni escucha. – Apunta hacia el don sentado en la banca de la esquina, concentrado en las noticias. - ¡Métele con to'! –

Respiré profundo y sin importar lo poco que sabía del bartender, comencé a soltar la frustración que escondía dentro de mi conciencia.

- ¡Es que me la chiqui explota! ¿Cómo tú me explicas que de ser un chico nice, súper chulo, que me hace soñar en pajaritos preña’u, de la noche a la mañana se ande desapareciendo? - Exhalo enojada, tomando del refill que el bartender me sirvió hace ratito. - ¡O sea! ¡Nunca fuimos nada! ¡Ni llegamos a salir!  Me mostró su interés por mí y creí que íbamos a llegar a ser algo, pero nooo~ ¡No pasó nada! ¡Culo, fue lo que pasó! ¡Culo! - solté un quejido de frustración dándole un golpe a la barra. 


- ¡Ay mi madre! Ni Lady Mágica se molesta así. – Me mira extrañado mientras se ríe levemente. – Pero... tuvieron… - Dice haciendo una señal con su mirada hacia su parte trasera. 

¡¿Pero este quién se cree?! 


Me sonrojo y agito mi cabeza rápidamente aclarando el asunto.

- No, no, no, no~ Cada cual con lo suyo, pero eso esta como que muy extremo para mí. Yo no, no. Y menos tan temprano ¡No! – Digo escupiendo las palabras por el nerviosismo mientras recostaba mi espalda en el banco. 


- Okay, va, perdón. Me dio un poco de curiosidad, porque no pareces persona que explota así muy seguido. – 


- Bueno, no exploto en voz alta… - Miro al suelo avergonzada. 


- Está bien, pero hay algo aquí que no me cuaja ¿Qué pasó? ¿Cómo fue que llegaron hasta ese punto? ¿Pudieron resolver el asunto?


Suspirando arreglo un flequillo detrás de mi oreja y le respondo: 

- Pues en verdad, creo que estábamos bien, apenas nos conocíamos y nuestras conversaciones eran bien chévere. Teníamos mucho en común y aunque no estuviéramos pegados al celular hablando 24/7, siempre había ese ratito en el almuerzo, durante clases o en el trabajo que nos poníamos a hablar de cualquier cosa. De pronto fue que cambió así de la nada, se tardaba en responder y las conversaciones se sentían monótonas o media forzadas. Al principio traté de comprenderlo, pero llegó un punto en el que no sabía que excusa hacerme creer para pretender que andábamos “bien". – Hice un gesto de entre comillas con los dedos. – Quería jugar su mismo juego a ver si reaccionaba y volvía a ser como era, pero me sentí tan mal. Era algo que iba en contra mío, no es que yo no sepa ignorar a la gente porque créeme… - Solté una corta carcajada. – Una vez que cojo confianza respondo cuando me da la gana. En serio me interesaba… Mano, él era bien chulo, pero yo no soporto que me traten de engañar. No es que sea Einstein, pero tampoco tengo cara de pendanga. – 


- ‘perate, ‘perate. Cógelo con calma, déjame acomodarme que esto se puso bueno. – Abandonó la barra y corrió para acomodarse frente a ella, agarrando una banca al lado mío. 


- Vale. – Sonriendo continúo con el monólogo. – Traté de adaptarme y ajustar varios tornillos chuecos que tenía para que funcionara la cosa. Le respondía rápido, me ponía media cursi de vez en cuando, lo escuchaba y trataba de mantener la conversación a salvo cuando eso siempre ha sido mi punto débil, socializar. 

Cuando me di cuenta que sus esfuerzos no eran los mismos me alerté. Ya había pasado dos semanas desde que planeamos una salida, porqué se enfermó y estamos en temporada de influenza y yo con eso no juego. Antes de que le diera el yeyo me había tirado la indirecta que no tenía dinero, pero para su suerte yo sé salir con cinco pesos y para mí eso no es na' el interés se demuestra en la conversación y en cómo me trate, no importa cuanto pueda gastar en mí. I mean… ¿quién vive con 7. 25 la hora?

Tras sus jueguitos de “ay, venme a ver" que me sacaban de quicio, algo fue cambiando… Mi paciencia. Hay límites ¿sabes? Puedo esperar tres horas si me dice que va a estar ocupado por los estudios, porque pues yo ando en las mismas y eso se entiende ¡Pero anda! ¿Tres horas así por qué sí? ¡No mi ciela! Así no es la cosa. Parecía que algo andaba mal, pero en verdad que para no saber tres batatas de relaciones no estaba tan mal. Le di tiempo, traté de calmarme y buscar una respuesta en Wikipedia, puse música a todo fuete, canté a todo pulmón para sacar mi frustración y nada. Ni él cambió, ni yo cambié, ni tampoco la multa que me dieron. – 

- ¿Una multa, enserio? –


- Mijo no, soy dramática. Era para saber si seguías despierto. –


-¡Ay por favor! – Nos reímos por un segundo y continué la historia. 


-Okay. So, después de un día entero sin casi hablar algo que no fuera relacionado con el clima le pregunté si andaba bien, porque enserio estaba preocupada. Tu sabes, no es bueno llegar a conclusiones sin saber que en realidad estaba sucediendo. Tal vez le había pasado algo a él o su familia que con el ajetreo se olvidó de mi y pues fine las cosas pasan. En par de minutos me contestó ¡Milagro, milagro! ¡No esperé una vida para recibir su respuesta! Su mensaje fue clara y sencilla: todo bien. – Pauso por un segundo con una sonrisa sarcástica dejando un suspiro escaparse. – Un todo bien que pretendía resolver todas mis dudas y conspiraciones. No sé si pretendía que olvidara mis largas conversaciones con el espejo tratando de explicar que ocurría y la necesidad que tenía para calmar mi ansiedad. Un largo debate que se quería esclarecer con un todo bien, tranquila, un poco de estrés por la universidad, pero nada relax… - La intensidad del ambiente bajó y ya mi frustración no era quien hablaba. – Le tuve que insistir para que me diera una respuesta más concreta. No quería que me contara su vida entera, pero quería entender por qué rayete me tenía en el limbo. Le mostré lo incómoda que me sentía y ahí fue cuando aceptó que se había centrado demasiado en si mismo. Aunque pretendía arreglar la situación me dolió que me dejara en segundo plano… Si solo hubiese sido un poco más honesto… La verdad, es que me simpaticé con él, porque eso es algo que yo haría, pero sentí que ya ese no era mi lugar. No puedo arreglarlo, no es mi trabajo. Por respeto a su salud mental y la mía le dije adiós, gusbai, que tenga buen día, pero que trabajara con eso y se tomara su tiempito. – Mi sentido del humor trató de aclarar el ambiente, pero por un momento lo único que se escuchaba era el murmullo de la televisión y el largo suspiro que di luego de culminar. 


- Wow, ni sé que decirte…- Dijo rascándose la cabeza. 


- Te dejé sin palabras. – Le guiñé jocosamente. 


- ¡Y mira que hablo mucho! – Nos reímos un poco. – La verdad del caso es que así es la vida, la gente viene y va. A penas estas empezando y yo no sé qué pasó si con dos horas de conocernos me di cuenta de lo interesante que eres. - Me regala una sonrisa tierna y miro al suelo avergonzada. 


- Lo que me choca de esto es que siento que no me puedo enojar con él porque enserio es buena persona. Sí, necesita tiempo para poder sanar heridas y crecer como persona, pero era buen partido… Lo llegué a querer y me duele porque no quería terminar lastimada, pero pues, la vida es así. –


- Mira, a veces tomamos decisiones que resultan ser difíciles, maybe te sientes mal ahora y media egoísta, pero no te culpes por querer valorarte. Estoy orgulloso y ni te conozco ¡Y más vale que el novio que te consigas te sepa valorar el mujerón que tiene, porque si no llámame que yo me encargo! – Entre risas las lágrimas comenzaron a escaparse, se acercó a abrazarme y se lo concedí. Sus palabras me taladraron y eran justo lo que necesitaba. 


- Gracias… Enserio, mil gracias… - Lo decía mientras se acababa el abrazo y limpiaba y limpiaba mi nariz con la manga de mi suéter. 


- ¿Mejor? – 


- Mejor. – Digo asintiendo con la cabeza. 

Cuando estoy recogiendo mi mochila para despedirme me mira curioso.

- Oye, dime algo… -


- ¿Qué? – 


- ¿Por qué entraste aquí? -

Me quedé un momento pensando porque ni yo sabía la respuesta. 

- No sé… Me dio un arranque al garete y llegué hasta aquí. Solo vine por un vaso de agua, no pensé llegar tan lejos…- Nos quedamos en silencio dándonos cuenta de que esto no era una casualidad.

Dios bendice de las formas más raras…

Como ya se estaba haciendo tarde al fin me despedí.

- Cuídate eh. Espero verte de nuevo, bella. – Regresó a la barra y me regaló otra sonrisa de las que derretía mi alma.

Sonriéndole devuelta agité mi mano mientras caminaba hacia la puerta. El señor que estaba pegado al televisor y pidió como tres cervecitas bien frías mientras estaba hablando con el bartender me paró y dijo:

- Mira nena, estudia bien y olvídate de los malandros ¡’Tos son iguales! ¡Unos chorro ‘e charlatanes! – Su aliento a alcohol me sacó una sonrisa incómoda. 


- ´Ta bien, bendición abuelo. – 


Con su mensaje alentador me fui del local ya empoderada, no me sentía como Ivy Queen, pero la caballota, la perra, la diva y la potra estaban en camino. Aunque para serte sincera sigo media apestá, pero me estoy disfrutando del momento. La vida te pone circunstancias para que uno pueda aprender de ellas. Sin problemas no hay sazón y sin eso la vida no tuviese sentido. Por eso hay que vivir día a día y aunque haya momentos que te hagan sentir como plasta, siempre existirá un bartender en alguna calle de San Juan que te sirva agua que sepa a vodka. 

Fin.


 

Uno de mis trabajos más recientes, lo escribí a principios de cuarentena inspirada por episodios de la vida. Escribir es mi forma de escupir mis sentimientos a la fuerza y este cuento es un buen ejemplo de eso. Me encanta releerlo porque es tan lleno de emociones que deja un sabor medio amargo al final de la lectura.


Espero enormemente que te haya gustado, porfavor compartelo, suscríbete y cuéntame que te pareció soy adicta al feedback, me encantaría saber que opinas.




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